La más reciente obra de Gonzalo Álvarez nos invita a una constante búsqueda de reflexión interna. Como la pantera negra, aprendamos a desarrollar la capacidad de observación, la paciencia y la serenidad para encontrar equilibrio en nuestra vida. Reconocer los momentos adecuados para expresarnos, escuchar y fluir con nuestro entorno nos permite construir una conexión más profunda con nosotros mismos y con los demás.
El artista nos comparte su visión:
«Ellas son un símbolo de fuerza, energía y magia. Por eso, es fundamental aprender a cultivar la virtud, la realidad, el equilibrio mental y el altruismo. En otras palabras, cuidar nuestra energía. Esto genera un efecto sinérgico poderoso…»
La pantera negra es el resultado de una variación genética conocida como melanismo, que produce un exceso de pigmentación en su piel y la oscurece. Esta particularidad le permite moverse con fluidez en su entorno, adaptándose con naturalidad y armonía. Dentro de los grandes felinos, esta característica se encuentra en dos especies: el leopardo (Panthera pardus) y el jaguar (Panthera onca o yaguareté).
La obra de Álvarez transmite esa misma seguridad y profundidad. Su observación nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el color negro y su simbolismo en la expresión artística.
El artista nos deja una reflexión sobre la infancia y la libertad creativa:
«Es sumamente importante que, como adultos, acompañemos la seguridad con la que los niños eligen sus colores al pintar. El negro es un color más, y a menudo los niños lo integran en sus producciones artísticas con naturalidad.»
Dejemos que los niños sean.
Además, el artista extiende una invitación a maestras y referentes de infancia para crear cuentos e historias inspiradas en la obra:
«Había una vez… una Panthera Enmascarada que vivía en lo profundo del bosque amazónico…»
¿Qué historia contarías vos?